FERNANDO EN AFGHANISTAN

Saludos desde Pakistan, por cierto ayer estuvimos en Peshawar y hoy hemos leido que un terremoto sacudio ayer esta ciudad y dejo 20 muertos, bueno ni nos habíamos enterado…. Finalmente dejamos Afganistán después de una semana.

Ya sabíamos que después de 20 años de guerra el país estaría destruido, pero ha superado nuestras expectativas: las carreteras no existen, los aeropuertos (vimos 2) parecen establos de animales y por primera vez desde que salimos de España, la gente por la calle pide dinero. Llegamos a Herat desde Irán. La frontera está vacía, sólo algunos niños se escapan de vez en cuando a Irán y la policía los devuelve a Afganistán. Condujimos por una carretera de tierra y grava, y los coches que nos precedían lanzaban piedras (una de ellas hizo un agujero en la ventanilla delantera del coche).

Herat es una ciudad muy tranquila a pesar de ser la segunda más grande del país. Parece que la persona que manda (Ismail Khan, un señor de la guerra con su propio ejército y todo, apoyado por los estadounidenses y el gobierno de Karzai) mantiene a la gente a raya, y la gente realmente le admira. A veces parece una ciudad del lejano oeste llena de arena suspendida en el aire. Las aceras no existen, son agujeros de barro, y no hay luz eléctrica en las calles, así que después de las 6 de la tarde te juegas la vida si sales a la calle. Todo es barato.

El hotel cuesta 3 $ por noche (un pequeño problema, no hay ducha en el hotel pero vamos a lavarnos al hamam de enfrente). La única carretera que atraviesa el país y es transitable en invierno pasa por Kandahar, feudo talibán y no recomendada por todo el mundo. Varios turistas japoneses nos contaron en Irán que allí se sintieron realmente intimidados. Además, la carretera está destrozada y por la noche hay bandidos que atacan para robar, así que visto el panorama decidimos volar a kabul. Compramos un tkt por 50 dólares para el día siguiente pero se nos olvidó preguntar la probabilidad de que el avión despegara. El miedo es el siguiente: la aerolínea afgana (ariana) solo vuela cuando hace un dia perfecto en Herat y Kabul, porque no tienen radares asi que como esta nevando en Kabul, esperamos a que mejore el tiempo.

Así pasamos 3 días en los que conocimos media ciudad. Fuimos por la tarde al gimnasio (gratis y con merienda incluida), al hamam, a cibercafés, incluso un día conocimos al rico de la ciudad y nos llevó a su fábrica de baterías para enseñarnos lo que hacía. También nos enseñó sus plantas de opio y nos insinuó que quería hacer negocios con nosotros, así que decidimos desaparecer… Por las tardes dimos clases de inglés a 4 chicos que se alojaban en el hotel y que habían venido de un pueblo a hacer un curso de inglés (por cierto parece increíble pero no sabían su edad). Al día siguiente conocimos a un hombre de negocios que nos invitó a su casa a comer, cenar y dormir donde pasamos un buen rato con su familia, o más bien con sus hijos, ya que a las mujeres ni las vimos. Las casas afganas constan de un gran patio al que dan las habitaciones, pero la primera en entrar sólo se utiliza para los invitados, así que allí nos quedamos. Por cierto, si la situación de la mujer en Irán era penosa, en Afganistán es aún peor.

Ella es una simple mercancía. Cuando un hombre quiere casarse, compra a la mujer. Los precios de cada mujer oscilan entre 4.000 y 10.000 dólares, y no hay límite en el número de mujeres por hombre. Así que los ricos son los que tienen más mujeres.

Berrosian, nuestro anfitrión, que se encuentra en una situación privilegiada, nos dice que quiere otra mujer. Le decimos lo extraño que nos parece desde el punto de vista occidental, pero es su tradición y está orgulloso de ello. Finalmente conseguimos volar a Kabul atravesando una impresionante cordillera nevada sin rastro de vida humana. La llegada a Kabul es impactante, está situada en un valle rodeado de montañas nevadas y la propia ciudad tiene 1 m de nieve ya que lleva nevando varios días. Hace un frío que pela. La ciudad en sí es un caos y vemos cosas chocantes como una vaca muerta y despellejada en medio de la carretera y su dueño intentando venderla a trozos mientras los coches salpican su barro encima. También nos impresiona el ir y venir de tanques y convoyes militares.

De cada 10 vehículos, 3 son tanques, 3 son de ONG y 4 son taxis. Eso da un poco de miedo. Los afganos son gente muy amable y lo que da miedo son los soldados extranjeros. Los tanques van de 2 en 2, el primero apuntando con la ametralladora hacia delante y el segundo hacia atrás, da miedo hasta hacerles una foto. También nos sorprende la cantidad de extranjeros que hay en esta ciudad, pero residentes. Así como no hemos visto un solo turista en toda la semana, hay miles de occidentales trabajando en ONG, empresas privadas, el ejército….

Esta gente cobra sueldos astronómicos por estar aquí, entre 5.000 y 10.000 dólares entre 5.000 y 10.000 dólares y han puesto los precios por las nubes. Todo es caro. Nos lo cuenta una ruandesa-canadiense que trabaja para la ONU. La verdad es que ver todo el dinero que se mueve aquí entre las ong nos hace desconfiar de sus propósitos. El pueblo afgano vive con ilusión la presencia occidental en su país, ya que les ha liberado del terrible régimen que el terrible régimen talibán, y el gobierno de concentración de Hamid Karzai es muy bien valorado. bien valorado.

El odio que todos sienten hacia los talibanes es bestial. De hecho lo primero que los hombres de este país llegaron los americanos y cayeron los talibanes fue afeitarse la barba, ya que en aquella época (1995-2002) la barba, porque en aquella época (1995-2001) si te pillaban afeitado te mandaban a la cárcel hasta que te creciera la barba. te crecía la barba. También se castigaba con cárcel tocar música occidental o cosas tan inofensivas como jugar con una como jugar con una cometa. Por supuesto, había toque de queda a partir de las 18.00 horas, y las mujeres eran 18.00 horas, y a las mujeres ni siquiera se les permitía contar…

La verdad es que aún llevan el burka (casi siempre de color azul) por el miedo que aún La verdad es que siguen llevando el burka (casi siempre de color azul) por el miedo que aún tienen a quitárselo, aunque supongo que es cuestión de tiempo. En fin, después de una semana salimos de Kabul hacia Pakistán por un desfiladero en el que hay miles de metros miles de metros y por otro camino de tierra, cruzando Jalalabad y llegando tras 7 horas a la frontera horas hasta la frontera a través de un paisaje increíble. Allí tuvimos que pasar la noche ya que estaba cerrada cerrado y tuvimos que quedarnos en un dormitorio con otros 50 afganos que parecía que nunca habían visto que parecía que no habían visto a un extranjero en su vida (sí, pagamos 60 céntimos de euro entre los 2). entre los 2). La frontera entre Afganistán y Pakistán está muy concurrida porque en Peshawar (Pakistán) viven 6 millones de personas. (Pakistan) viven 6 millones de refugiados afganos y hay miles que quieren cruzarla.

Pero cuando ellos Pero cuando nos ven, nos dan el paso y en parte estamos contentos pero por otro lado no estamos contentos con este favor. De todas formas nos vamos de afganistan con muy buen sabor de boca por la hospitalidad de la hospitalidad de la gente y sus esperanzas para el futuro. Aunque somos conscientes de que será difícil visitar un país tan duro como este…

Fernando.